March 6, 2011

Mis tardíos comentarios a David Ricardo Garcia y su "Y ENTONCES... QUE HACEMOS?"

Introduccion
El año pasado el teologo Julián Gutiérrez, B.Sc, M.A. escribio un escrito titulado ¿Es Posible Sorprender a Dios? Una Respuesta a Andrés Corson. este escrito tuvo una critica titulada Y ENTONCES...QUE HACEMOS?. Ante esta respuesta Julián Gutiérrez Respondio con el siguiente escrito personal.

Mis tardíos comentarios a David Ricardo Garcia y su "Y ENTONCES... QUE HACEMOS?"

Respetado David:

Espero que este mensaje lo encuentre bien a usted y los suyos.

¡Heme aquí! Yo soy el responsable del artículo titulado Es Posible Sorprender a Dios: Una Respuesta a Andrés Corson.

Solo hasta el día de hoy, casi cinco meses después, me entero de su reflexión con respecto a mi ensayo y celebro que lo haya tomado en serio, tanto como respeto que haya elevado sus críticas frente al mismo.

Agradezco su gentil atención al considerar que el escrito no se apoya meramente en la formulación de acusaciones falaces y que su contenido -si bien a la consideración de muchos es tedioso- es merecedor de atenta lectura.

La mención de mis “credenciales” obedece a lo que en mi opinión es una necesidad actual: la de dejar ver de antemano que mi interés en la teología no es un simple pasatiempo que ocupa mi tiempo libre, ni tampoco que mi poco conocer en el tema descansa en la actualmente popular y peligrosa “academia de internet”, o en títulos de papel en teología, que tristemente hoy pululan. Lo anterior es una odiosa pero necesaria aclaración.

Son varias las cosas a las que quiero responder de su nota; no obstante, me voy a limitar a comentar sobre algunas imprecisiones en los elementos de forma y no en mis discrepancias de fondo porque considero que estas últimas merecen un escenario distinto a Facebook para ser atendidas.

No sé si el ensayo está redactado “sistemáticamente” de manera voluntaria, simplemente considere metodológicamente apropiado responder ordenadamente a los puntos presentados en la enseñanza del pastor Corson, tal y como la misma fue presentada originalmente en el CD. En otras palabras, mi respuesta sigue “sistemáticamente” el orden exacto del sermón de Corson.

La razón por la cual hice público el ensayo va mucho más allá de sencillamente haber sido “ignorado”. El asunto de fondo, (i.e. la concepción escritural de quien es Dios) no es un tema liviano o trivial para un creyente sujeto a la autoridad bíblica. Igualmente debo mencionar que si mi sensibilidad al rechazo estuviera proporcionalmente relacionada con el afán de llamar la atención entonces estaríamos hablando de cientos de ensayos, varios de ellos dirigidos a Corson.

Decidí omitir la historia en detalle detrás del ensayo puesto que mi interés era que los eventuales lectores se centraran en el asunto de fondo. (¿Se imagina cuarenta hojas de tediosas precisiones teológicas y otras tantas más de novela?… Aunque sin duda, estas últimas habrían sido más apetecidas)

Si bien el artículo es de mi autoría, por el que me responsabilizo plenamente, este fue concertado al amparo del concejo y la sabiduría de tres hermanos en la fe, de denominaciones diferentes, quienes gentilmente, en sus calidades de líderes en sus congregaciones locales, comentaron independientemente sobre el mismo antes de ser oficialmente presentado.

No, David, ni yo, en calidad de teólogo, ni el pastor que me acompañaría inicialmente, en calidad de ministro del evangelio, pretendíamos discutir “de alta teología” con el pastor Corson, simplemente procurábamos corroborar si lo entendido en el audio era realmente lo que Corson afirmaba, y de ser así invitarlo a reflexionar sobre las implicaciones de su postura frente al testimonio bíblico y frente a las consecuencias prácticas para la iglesia.

Me sorprende su afirmación al decir que para hacerme escuchar “decid[í] postear una nota [mi ensayo] en facebook”. Eso es completamente falso. El ensayo fue presentado personalmente (no por ninguna red social) a un grupo seleccionado de pastores y a otros pocos invitados a los cuales se les presento el tema y los pormenores que le antecedieron, además se les entregó copia del artículo para su propio análisis. Esto se hizo en las locaciones de la “Biblioteca para Pastores” en el barrio la Castellana de Bogotá auspiciado generosamente por el Rev. Stanley “Eugenio” Line. Una vez concluye el evento mencionado, algunos pastores deciden publicar el ensayo en sus páginas web a lo que honrosamente respondo positivamente pero presentando una sola condición: la publicación completa y sin ninguna edición. Posteriormente, el Dr. David Ford, misionero escoses y profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Bíblico de Medellín, quien maneja la página www.recursosteologicos.org se interesa en mis escritos y me invita a publicar algunos de ellos en su página, entre estos mi respuesta a Andrés Corson.

Aparte de lo que acabo de explicar, desconozco por completo quien más ha publicado mi artículo en la Internet, o en otro medio. Nunca he “posteado” en lo absoluto cosa alguna en ninguna red social con respecto a mi respuesta a Corson, así como tampoco he autorizado a nadie a hacerlo.

Como vera, entonces, su afirmación es errónea y no se ajusta a la realidad de lo acontecido. De su error, se desprende lógicamente que lo que usted supone es mi “objetivo” y que en realidad no lo fue. Es decir, que mi audiencia primaria nunca fue concebida en la inmensa masa de cibernautas de Facebook sino en un grupo de creyentes líderes en sus iglesias locales los cuales que asimilarían el tema de tal manera que lo presentarían a sus congregaciones de acuerdo a lo que su buen juicio dictaminara, y así fue. Una vez el ensayo es publicado en la Internet el asunto pasa a ser parte de una audiencia general, de la que si bien no estuvo en mente inicialmente, si espero que haya sido (o sea) de edificación para muchos.

¿Se han cumplido los objetivos? Quizás los que usted (o incluso los que yo) esperaba, no. Pero no me cabe la más remota duda que los que Dios ha dispuesto se han cumplido, o por lo menos se cumplirán de acuerdo a lo que Él ha determinado en Su perfecta providencia hacer.

Mi convicción del uso legal de hacer defensa de la fe descansa esencialmente en una ordenanza bíblica, no en una acción moralista para cumplir con un conductismo ético que simplemente pretende “salvar conciencia”. Yo soy un teólogo, con un conocimiento limitado y lleno de falencias en carácter, pero con un compromiso serio por honrar la exclusividad de la verdad plasmada en la palabra de Dios y sujeto a corrección por parte de otros cuando al amparo del buen uso de la Escritura y la razón así lo hagan.

David, yo nunca escribí que me parecía curioso que Corson “no fuera un erudito” como los proponentes del Teísmo Abierto. La falta de destreza técnica del pastor Corson no es una curiosidad, es sencillamente un hecho. Ahora, lo que sí me parece curioso es que Corson no mencione el Teísmo Abierto por nombre cuando en realidad él presentó el tema y los detalles (no con la misma habilidad técnica) pero si en la misma forma como los adherentes a este movimiento lo hacen.

Es obvio que no he pretendido asumir que los lectores conozcan, mucho menos entiendan de antemano, que es el Teísmo Abierto, este es un tema que principalmente compete a personas (aburridas, como quien le escribe) que se interesan en discusiones de orden doctrinal. Pero, una vez el tema es presentado a la iglesia en la versión Corson como una verdad bíblica, el asunto deja de ser estrictamente abstracto y pasar a ser un asunto crucial en la afirmación o negación del Dios de la Biblia.

La trivialidad que cuestiono en Corson se sustenta en el hecho de que el tema a tratar no hace parte de una doctrina de menor importancia en la que el lector o su audiencia escogen a su preferencia como si no existieran implicaciones trascendentales consecuentes a la decisión de lo que es o no es verdad con respecto a la naturaleza de Dios. Lo paradójico es que seguidamente Corson no invita a reflexionar sobre el asunto bajo una presentación correcta de la postura clásica (que él asume como falsa) sino a tomar partido en el tema, ¡su partido!

Acepto que mi redacción carece de las habilidades que posee el buen escritor pero me sorprende leer lo que David por momentos deduce de mi ensayo. Entiendo lo de pretender ridiculizar la discusión sobre el Teísmo Abierto haciendo menciones a un teísmo cerrado, entrecerrado, a veces abierto y a veces cerrado, pero no encuentro justificación en lo que escribo para la afirmación de David de que mi ensayo acusa a Corson y a la “iglesia moderna” de sacrificar la verdad bíblica porque no quieren estudiar del Teísmo Abierto. Lo que escribí fue que la división en la iglesia, (argumento usado por Corson como razón para no obsesionarse con una interpretación correcta) si bien es lamentable no lo es tanto como no honrar la verdad bíblica. Con respecto a la iglesia moderna, crítico, no como usted escribe, el hecho de no estudiar sobre el Teísmo Abierto, sino su indiferencia a la búsqueda de la verdad bíblica en pos de preservar la “unidad”.

Sí, David, abiertamente declaro que soy un creyente que busca la verdad en el texto bíblico. Asumo y acepto la Biblia como la infalible palabra de Dios, como tal, me sujeto a ella como la máxima autoridad en asuntos de fe y práctica. Mea culpa.

David insatisfecho con el ensayo y dice no encontrar la “respuesta que el título promete”, pero no comprendo a que se refiere con la insatisfacción planteada ya que lo prometido es una respuesta a Corson, y esta se da, ¡de la página dos a la cuarenta!

Debo confesar que mis pretensiones no eran tan elevadas como las que David implícitamente me indilga; es decir, asumir que mis lectores se convencerían del error de Corson tan solo con leer una página y media de mi ensayo.

Yo no soy poseedor de la verdad David, yo me uno a lo que la iglesia cristiana ha sostenido por siglos y que ha considerado como verdad revelada en las Escrituras. No creo en un magisterio infalible pero creo en una revelación infalible expresada en la palabra escrita.

Eso que usted llama “romanticismo” de la analogía no es lo que primordialmente objeto. Mi argumento era, y sigue siendo, la improcedencia de la anécdota para referirse a la naturaleza de Dios. Para sostener mi crítica esboce dos objeciones fundamentales, una teorética y otra práctica: ininteligibilidad y irrelevancia para la iglesia, respectivamente. Seguidamente procedí a explicar de los riesgos de especular arbitrariamente sobre la naturaleza de Dios. Una vez más, debo recordar, respetado David, que yerra crasamente y que no es cierto de manera alguna que mi ensayo asuma en esta instancia, explícita o implícitamente, que Corson confabula una herejía.

Prometí que no me iba a adentrar en los pocos asuntos de fondo de su sugestiva reflexión, pero excúseme un solo comentario. Su comparación del lenguaje analógico empleado por Jesús (el reino de Dios comparado con ovejas, monedas, etc.) como justificación para darle validez a la anécdota que Corson ofreció en su charla es, en términos argumentativos, categóricamente distinta y por ende inapropiada para responder a mi crítica.

El lenguaje metafórico empleado por Jesús en referencia a' "reino" tiene un objeto definido –reino de los cielos- y una imagen analógica que siempre significa algo –grano de mostaza, tesoro, red, etc. Fariseísmo o no, el hecho es que en el caso Corson el objeto se define, Dios, pero lo que representa románticamente la anécdota no. Asumiendo por un momento, que Dios posee un cuerpo humano o uno similar a este, ¿qué representación análoga en la naturaleza divina se ilustra al saber a qué huele, o cuál es el color favorito de Dios?

Lamento que la definición de omnisciencia, al menos en lo esencial, a la cual se han adherido la mayoría de teólogos ortodoxos, y a la cual yo me por añadidura me sumo, sea en su opinión insatisfactoria y sin sentido. Pero David, no nos subestime tan pronto, no por lo menos a aquellos que por su trabajo en el campo teológico al servicio de la iglesia se han ganado un merecido puesto en la historia del protestantismo como grandes pensadores. ¿Sinceramente cree que ninguno de los que cito en este punto, Louis Berkhof, W.G.T. Shedd, y Stephen Charnock, nunca pudieron comprender medianamente el concepto de atemporalidad divina y su relación con el conocimiento exhaustivo de Dios? Siendo así David, me gustaría saber, ¿cuál sería, en su opinión, una definición coherente (y que haga justicia al testimonio bíblico) de lo que significa la omnisciencia divina?

Como calvinista me alegra sinceramente que su ánimo haya cambiado para bien al notar que en mi ensayo menciono a Agustín –sin olvidar, eso sí, que de acuerdo a su juicio este es otro de los que afirmando la postura ortodoxa con respecto a la omnisciencia de Dios no entiende lo que incoherentemente escribió frente al tema.

Me encantaría haberle podido (o por lo menos haber intentado) responder a sus preguntas meses atrás pero no sabía, como anteriormente le escribí, de la existencia de su nota. Con mucho gusto, si todavía le interesa, estaré presto a discutir un tema tan crucial como el decreto eterno de Dios y la responsabilidad del hombre. Sus preguntas son válidas, practicas, y a lugar y no merecen menos que una respuesta honesta, seria y responsable… espero poder cumplir con la expectativa intrínseca de su afán por conocer una respuesta al respecto.

David, aceptar que la palabra tiene un contenido difícil de entender y que el ejercicio de interpretación de esos pasajes complejos requiere de la técnica de una exégesis consistente y de la asistencia del Espíritu Santo no implica de ningún modo que sea imposible encontrar “UNA” respuesta o mucho menos que tal verdad exista. De hecho, metodológicamente presupongo que existe una sola verdad frente al tema, que existe una sola interpretación correcta de los pasajes en cuestión, que existen verdades absolutas y por ende estas son excluyentes de lo que no es verdad, que existe un dador de verdades absolutas y que este es el Dios de la Biblia.

¿Conoce de algún otro elemento fundamental para interpretar correctamente un pasaje en la Biblia aparte de, primordialmente, la asistencia del Espíritu de Dios, y la competencia de una exégesis sana?

David considera que el debate por la verdad “en el sentido más postmoderno de la palabra [debate]” es totalmente inútil y creo entender el por qué. Parece ser que en este punto de su nota su faceta postmoderna se ve con claridad, y como tal su consecuente incomodidad frente al concepto de una verdad absoluta.

Me encantaría discutir (este es sin duda otro tema de fondo) el punto de vista postmoderno sobre la naturaleza de la verdad y su compatibilidad con respecto al mensaje exclusivo del cristianismo. Mi posición no será ninguna sorpresa, de hecho si lee con atención el último párrafo de la primera página del ensayo evidenciara fácilmente cual es mi direccionamiento al respecto. Hablando de postmodernismo y algo de consistencia, es interesante leer que para usted el debate es completamente inútil pero no así la publicación en Facebook de su inconformidad frente a lo que escribo, pero y si el propósito al escribir su nota no fue el de instruir a sus lectores de Facebook acerca de su verdad sobre mi ensayo, ¿cuál fue entonces?

Lamento sinceramente que ninguna de las respuestas a las que ha estado expuesto haya traído paz a su alma. Aun discrepando de su conclusión entiendo su predicamento frente al tema de Dios como soberano absoluto y Dios como ajeno al control de Su creación. Pero me intriga saber, qué es lo que esta disyuntiva que plantea le permite pensar frente a Dios, entendiendo que ninguna opción es motivo para adorarle ni darle gloria.

Muchas de sus preguntas tienen una respuesta directa en la Escritura y me sorprende que ni siquiera lo mencione. Por ejemplo, con respecto a la muerte dolorosa de un ser querido, usted deja ver a sus lectores que si creemos que Dios tiene el control determinante de la muerte de alguien, entonces esto debe ser asumido simplemente como la verdad del “autor” [yo] hablando. Pero, ¿y por qué no interactuar con la Escritura cuando esta afirma sin vacilaciones el derecho soberano de Dios de determinar la muerte de una persona? O aún mas ¿cuando esta va más allá y asevera que la muerte, infinitamente dolorosa del hombre perfecto en santidad, de Dios Hijo, el Mesías, fue determinada por Dios mismo? (1 Samuel 2:6; Hechos 4:27)

Otras de sus preguntas son respondidas en el mismo ensayo en cuestión. Me habría gustado leer sus respuestas puntuales a mi planteamiento con respecto al tema de la soberanía de Dios, aunque que si bien este tópico no fue el asunto central de mi respuesta tampoco está ajena del mismo.

Ciertamente exagera cuando afirma que la caricatura de Dios, que muchos adoran, es la caricatura de todos, por gracia de Dios ese no es el caso y nunca lo será. La Biblia da testimonio de que siempre existirán creyentes en todo lugar donde el evangelio se predica que se rehusaran a adorar a un Dios distinto al que la Biblia presenta. Mi anhelo y mi intención consiente es de estar plantado del lado correcto sin importar si se es mayoría o minoría.

Muy probablemente hoy por hoy seremos una minoría, y muy seguramente esta desigualdad numérica sea en parte debido a la influencia de filosofías transitorias como el postmodernismo, pero le aseguro que lejos está el postmodernismo de socavar fatalmente los elementos fundamentales donde descansa el cristianismo: la autoridad de la revelación bíblica. Las trompetas de triunfo anticipado han repicado más de una vez en el curso de la historia celebrando la derrota final del cristianismo histórico, pero el tiempo ha sido el testigo objetivo que ha testificado del vergonzoso olvido de esas mismas filosofías otrora auto-proclamadas invencibles campeonas. Creo que la historia me permite decir que el postmodernismo, al igual que sucedió con el modernismo, el racionalismo, el empirismo, el positivismo lógico, el existencialismo, o el nihilismo, seguirá su curso de extinción en la historia como otro intento más de acabar por completo con la “repulsiva” idea de la proclamación exclusiva del evangelio de Cristo.

De acuerdo David, para un postmodernista que considera que no existe tal cosa como la verdad absoluta, no tiene relevancia alguna saber si es Arminius o Calvin quien tiene la razón. Pero para aquellos que creemos en que aquel que dijo “yo soy la verdad” encarna el arquetipo de la verdad objetiva, la respuesta importa, y mucho. Me llama poderosamente la atención notar que David considera irrelevante saber si era Calvin o era Arminius quien tenía la razón, pero al mismo tiempo si considera importante saber cosas con respecto al mismo tema en donde el calvinismo y arminianismo colisionan, como por ejemplo “¿Para que(sic) ser cristiano si en últimas ya todo está decido(sic)?”

Usted no es mejor persona o mejor creyente por ser arminiano o calvinista, en eso estamos de acuerdo, pero si Dios busca adoradores en “Espíritu y verdad” entonces la búsqueda de la verdad como fin para la honra de Su gloria debe ser considerada una virtud y no un vicio.

Nunca he dicho que el único camino para conocer a Dios sea la academia, menos he afirmado que las emociones no tenga un papel fundamental en nuestra relación con Dios. No obstante, considero crucial saber si el Jesús que concebimos y adoramos es el de la Biblia, y no otro, para no ser indiferentes frente a la posibilidad de estar adorando otro salvador y estar atendiendo otro evangelio. De la misma manera, es importante comprender que si bien mis emociones hacen parte de mí caminar espiritual estas no son dictámenes infalibles que reinen por encima de la revelación bíblica.

Es más que obvio que no soy una persona que considera que el cristianismo prevalecerá quemando Koranes o asesinando a otros creyentes, considero injustificada e inapropiada su retórica amarillista en este punto. Quizás el empleo de esta terminología impresionara a sus amigos, pero no es consecuente ni justa con la seriedad y el respeto presentado en mi ensayo.

Gracias por su tiempo y su esfuerzo para escribir lo que piensa de mi ensayo. Reitero mi intención de responder a los pocos puntos de su reflexión donde de manera directa se relaciona el tema de la omnisciencia de Dios. Estoy también dispuesto a responder con respecto a temas periféricos, igualmente importantes, como la soberanía de Dios y la voluntad el hombre, así como por darle mi impresión sobre lo que opino acerca del postmodernismo como filosofía compatible con el cristianismo histórico.

Respetuosamente en Cristo,

Julián


nota: los enlaces son notas en facebook a excepcion de un enlace. y esta respuesta ha sido publicada con la autorizacion de Julián Gutiérrez.